LUNA DE ISIS: ISIS, REINA DEL CIELO
El Poder de lo Femenino
En el antiguo Egipto, ISIS era la diosa del agua, del renacimiento y del consuelo ante el dolor de la muerte. Poseía el poder de restaurar la vida y encarnaba la compasión. Su mito la sitúa junto a Osiris, quien, tras ser descuartizado por Seth y en medio de su dolor por su partida, fue revivido por ella para concebir a Horus. Luego de esto, Osiris volvió al Duat, la tierra de los muertos. Del pecho de ISIS se alimentó la deidad que nutriría a los faraones, quienes eran tanto humanos como divinos.
La devoción hacia ella como madre convierte lo mundano en sagrado. Su imagen, venerada tanto en el antiguo como en el nuevo reino, e incluso durante la dinastía ptolemaica, trascendió y difundió su influencia en diversas interpretaciones teológicas, siendo vista como la madre del elegido, aquel destinado a reinar.
Esta divinidad egipcia con tantos nombres aparece como el principio de la fertilidad natural en casi todas las religiones del mundo antiguo. Era conocida como la diosa de los diez mil nombres, y el cristianismo la transformó en la Virgen María. Aunque ISIS dio a luz a todos los seres vivos—el más importante de ellos, el Sol—, se mantuvo virgen, según relatos que afirman que la concepción de Horus ocurrió por el retorno del soplo de vida.
Las representaciones de la reina madre, como la fuente que nutre la vida en la Tierra, nos sostienen en momentos difíciles, consolándonos en el dolor. Estas imágenes están vinculadas a la intimidad de la noche, cuando buscamos consuelo en el descanso e inspiración en los sueños. Su presencia en nuestras vidas renueva la energía vital que necesitamos cada día para levantarnos del Duat con su aliento divino.
El momento perfecto para conectarnos con la madre de toda la descendencia humana, la que hace divinos a los hombres, es durante la luna nueva. Su plegaria en la oscuridad de la noche renueva nuestra energía vital y nos reconforta cuando enfrentamos situaciones que nublan nuestros pensamientos o perturban nuestra esperanza en la fuerza del alma.
Pensar en ISIS, en la Luna como madre, de cuya fortaleza extraemos nuestra certeza sobre el futuro, nos recuerda que la fuerza espiritual es como la de una madre. Ella apoya a su hijo con la calma de la noche y el aire fresco nocturno. Esta fuerza también se alinea con el poder infinito de una madre que lucha en una odisea para que su hijo pueda reinar entre la Tierra y el cielo.
De igual manera, las fuerzas cósmicas nos conectan con la luna. Todos somos "lunáticos", influenciados por las fuerzas que nos enseñan a través de las pruebas, tal como una madre corrige a su hijo con severidad, firmeza y amor. Cuando ve a su hijo perdido y desconsolado, lo busca, y no hay fuerza en la naturaleza que pueda detenerla de encontrar a su hijo para ofrecerle consuelo y revitalizar su espíritu para que continúe.
A lo largo de la historia, la posición femenina dentro del panteón celestial de dioses ha reflejado la capacidad de las mujeres de mantener el equilibrio emocional. La feminidad en el universo se refleja en nuestras vidas espirituales. Los sentimientos de dolor y angustia siempre buscan la calma de la madre. Ella es quien nos redime, nos perdona y nos alienta a continuar con la vida, alimentados por la energía de su seno. Al mismo tiempo, cuando nuestro comportamiento se desvía de la intuición, estas son advertencias sensibles sobre el futuro. Nuestra madre celestial nos corrige para que escuchemos su llamado y regresemos al camino.
Abrir nuestros sentidos para conectar con nuestra madre nos da un sentido de dirección en nuestra vida y una convicción perfecta de que estamos en el camino que ella desea. Esta conciencia universal quiere lo mejor para nosotros, de la misma manera que una madre que corrige y aconseja busca que sus hijos hereden los mayores tesoros. Ella anhela para sus hijos alegría, riqueza, prosperidad y descendencia.
No todos los seres humanos logran atender esta conexión en el plano espiritual. Algunos permanecen fuera de la conciencia divina, sufriendo y llorando en el valle de lágrimas. La conciencia divina, que es tanto padre como madre, nos acoge cuando nos arrepentimos, comprendiendo que el sufrimiento fue una lección y que la recompensa siempre nos espera al final del arcoíris.
No podemos esperar ser los elegidos en el universo, pero siempre debemos recordar que, como hijos de la luz, descendientes del universo, herederos del reino divino o simplemente hermanos del cosmos, nuestra conciencia es capaz de entablar una conversación con nuestra madre astral a través de la introspección y el sentido interno de la concepción. Elevar este sentido primordial, como el instinto materno de protección, el instinto del hijo hacia su madre, es clave.
En este contexto, los aromas florales, como el de los lirios o aquellos que inspiran sentimientos profundos—como el de rosas, jazmín, lirio, violeta o nardo—son esencias que pueden elevarnos durante la meditación profunda. Respirar estos aromas e inmersos en las sensaciones que evocan, con la imagen de la luna creciente en nuestra mente, reavivará nuestro vínculo con la madre universal.
Meditar en silencio bajo la luz directa de la luna, especialmente el día de la luna nueva, nos conectará con nuestra madre. Ella se hará presente en la forma en que más la reconozcamos en nuestra mente, y su voz será clara, sus pensamientos lúcidos, como la luz de la luna que nos ilumina.
Comentarios
Wendy Hau
Me gustaría saber sobre mi horóscopo de aries 7 abril 1974
DESERET
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