La Luna Ascendente: Renovación de la energía

La Luna Ascendente: Renovación de la energía

Ha estado presente a los ojos de la humanidad desde antes de su existencia, su resplandor iluminando las noches. Sus ciclos están ligados al Sol, como dos amantes que no pueden encontrarse, con la Tierra como su jardín de encuentro. La Luna ha sido representada como la madre mística, la presencia femenina en el cielo bajo un cáliz de creadora, del que mana la luz de su iluminación. Su influencia en la renovación es una imagen guardada en nuestro interior, con la misma intimidad que la noche.

Esta imagen mística de la luna como madre, creadora y renovadora corresponde a sus fases y ciclos regulares en el cielo. Cuando la luna desaparece, se renueva al terminar el día. Al igual que su influencia energética y gravitatoria ha afectado a los ciclos de la vida en la Tierra, que se miden por la perpendicularidad de su posición en el cielo, es decir, los equinoccios. La luna ha regido nuestros ciclos vitales, en los que nuestra energía cambia y se transforma, disminuye y se renueva a medida que la luna afecta a nuestro estado de ánimo e incluso a la forma en que procesamos la experiencia de cada día.

La presencia de la Luna nos servía de guía para saber cuándo iba a iluminar nuestro camino, pero también para advertirnos de las posibles dificultades que podíamos encontrar en nuestro viaje, o cuándo sembrar las cosechas o cortar los árboles para que la savia estuviera en la tierra y no en las ramas. Nuestra energía puede renovarse para centrarnos en alcanzar nuestros objetivos o recargar nuestros planes o proyectos con el máximo ánimo.

Esta simbiosis energética, que mantiene la influencia entre la fuerza electromagnética y la gravedad, conocida como gravitomagnetismo, es la rama de la física que cuestiona cómo se ha percibido y medido el tiempo. La física cuántica ha medido la influencia de las fuerzas gravitatorias y electromagnéticas a nivel universal. Nosotros formamos parte de ese sistema astral de equilibrio, y la luna es un cuerpo celeste vinculado a la Tierra que puede ayudarnos a conectarnos energéticamente. Puede ser nuestra estrella de conexión para la renovación de proyectos o para emprender una nueva forma de vida, relacionada con cómo la gravedad de la luna afecta a nuestra energía en función de sus movimientos en relación con la Tierra.

Dado que la órbita de la Luna es elíptica, puede estar entre 356.398 y 406.698 kilómetros de la Tierra. Este patrón orbital también significa que sólo podemos ver una cara de la Luna. La Luna tarda 27,3 días en orbitar la Tierra, pero la Tierra y la Luna giran alrededor del Sol a velocidades diferentes; en realidad, la Luna tarda 25 días, 12 horas, 44 minutos y 28 segundos en completar una órbita de la Tierra, una luna nueva. La Tierra, por su parte, lo hace cada 24 horas, pero hubo un tiempo en que la Tierra giraba tan rápido que un día duraba sólo 5 horas. Desde su formación, la atracción gravitatoria de la Luna ha ralentizado la rotación de la Tierra durante miles de millones de años. Así, el ritmo del planeta lo ha marcado su satélite.

Desde la colisión que dio origen a la Luna, el eje de la Tierra está inclinado, girando en un ángulo constante de 23 grados, lo que permite variaciones en la luz solar, las estaciones, la estabilidad climática y, por tanto, el ciclo de la vida. La Luna está en relación sincrónica con la Tierra, mostrando siempre la misma cara hacia el planeta.

Astronómicamente, el equinoccio de primavera es un momento de equilibrio, en el que el eje de la Tierra no se inclina ni hacia el Sol ni alejándose de él, lo que da lugar a una distribución equitativa de la luz solar entre ambos hemisferios. Este acontecimiento es uno de los cuatro puntos cardinales del ciclo solar, junto con el equinoccio de otoño y los solsticios de verano e invierno.

Los equinoccios se producen cuando el Sol se encuentra en el primer punto de Aries o en el primer punto de Libra. El primero es el punto del ecuador celeste donde el Sol, en su movimiento anual aparente a lo largo de la eclíptica, se desplaza de sur a norte respecto al plano ecuatorial, y su declinación pasa de negativa a positiva. En el primer punto de Libra ocurre lo contrario: el Sol parece moverse de norte a sur del ecuador celeste, y su declinación cambia de positiva a negativa, según su interpretación matemática dentro de un marco cartesiano que sitúa el centro de la Tierra en el punto cero.

En realidad, ninguno de los dos equinoccios se encuentra dentro de la constelación que le da nombre, debido a la precesión: el primer punto de Aries está en Piscis, y el primer punto de Libra está en Virgo. Las coordenadas ecuatoriales de cada equinoccio son: a) para el equinoccio de primavera, ascensión recta cero y declinación cero; b) para el primer punto de Libra, ascensión recta doce horas y declinación cero.

Esta sincronización ecuatorial en relación con los movimientos de la Luna son los momentos en los que podemos realizar rituales de baños lunares con esencias energéticas positivas. En el camino ascendente de Piscis y descendente de Virgo, la energía espectral que recorre el cuerpo se alinea con la Tierra, convirtiéndose en un momento para pedir consejo, conocimiento o sabiduría al universo. La luz que la luna trae al Perigeo anclará tu energía con la luna, ascendiendo rápidamente.

Ahora, en el proceso de apogeo, el punto más lejano de la órbita lunar, durante el equinoccio de otoño, el flujo energético descendente se convierte en uno de liberación, en el que los rituales y flujos del universo nos permiten limpiar el cuerpo de la pesadez espiritual y prepararnos para soltar las preocupaciones. También es un momento especial para la meditación y la introspección. Este flujo descendente hacia el apogeo lleva tu espíritu hacia el universo, un proceso de renacimiento de la energía vital que te lleva a la cima de tu capacidad.

Al igual que la luna conlleva un ciclo continuo de renacimiento, conectar con el ciclo lunar te guiará hacia el ascenso en tus proyectos, y para ello, debes mantener la misma constancia recurrente dentro del ciclo.

Para ello, elige uno de los solsticios. En esta fecha, prepara tus elementos de meditación y, durante 12 días, mantén tu meditación centrada únicamente en el objetivo. Después, necesitarás 8 ó 9 días de preparación para la luna creciente. En este periodo de preparación del cuerpo y la mente, consume azúcares y legumbres. Durante las 9 lunas de preparación, piensa en todas las opciones y escenarios necesarios para alcanzar tu objetivo. Te recomiendo que los escribas en un cuaderno, que llevarás contigo entre las 7 y las 9 de la noche.

El día de la luna creciente, sentirás mucho frío porque tu espalda debe estar descubierta, y tu cuerpo, expuesto a la luz de la luna, brillará. Durante cada uno de los 15 días restantes hasta la luna nueva, fijarás el objetivo que te propones, y cada día imaginarás uno de los escenarios. Procura que la sesión de meditación no dure más de una hora; descansa, pues en tus sueños se revelará la respuesta que buscas y conectará todas las ideas de tu mente.

Deseret Tavares

Lecturas de cartas del tarot, bola de cristal y espejos.

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